El DT mexicano fue cesado hace pocos días como entrenador de Japón, por estar involucrado en una investigación por soborno en el fútbol español. Los pilares de la cultura nipona, detrás de esta ejemplar decisión.
“El deshonor es como la cicatriz de un árbol: el tiempo, en vez de borrarla, únicamente contribuye a agrandarla”, reza un popular dicho de la cultura japonesa. Una máxima que, aplicada con el rigor que caracteriza a los nipones, le costó el puesto de seleccionador nacional al mexicano Javier Aguirre hace pocos días. “En España no se destituye a alguien simplemente por ser sospechoso, pero en Japón, sí. Es la diferencia”, afirmó Masayuki Shimomura, colaborador de World Soccer Digest. Una lección que, lamentablemente, es un oasis en ese desierto de corrupción y podredumbre que hoy es nuestro querido fútbol.
Aguirre está señalado por la justicia española de haber participado en el amaño del partido Levante-Zaragoza, en el cierre de la temporada 2010-2011. Aquel día, el conjunto maño venció 2-1 en casa de su rival y se salvó de caer a segunda división, condenando al Deportivo La Coruña. De acuerdo con las investigaciones oficiales, miembros del club ganador entregaron 965 000 euros a futbolistas del elenco perdedor. Hace pocos días, la Fiscalía Anticorrupción de España presentó una querella contra 42 implicados en el soborno. Expuesto en la picota pública desde que se destapó el escándalo, Aguirre fue cesado, a pesar de que el resultado de trabajo, en lo deportivo, era satisfactorio para las autoridades futbolísticas niponas.

Es la primera vez que la justicia española le mete el diente a un asunto similar, y en caso de llegar a ser encontrados culpables los imputados pueden pagar penas que van entre uno y cuatro años de cárcel, así como la inhabilitación para ejercer su profesión durante un período que oscila entre seis meses y seis años. Además de Aguirre, en la lista de acusados figuran los argentinos Leo Ponzio (actualmente en River Plate) y Leo Franco, que están obligados a presentarse en Valencia (España) cuando las autoridades los requieran. También aparece Braulio Nóbrega, el delantero español que estuvo en Colombia para vincularse a Millonarios, pero que no se quedó porque su nombre está vinculado a una acusación por delitos sexuales.

Según Alejandro Luzón, fiscal del caso, “jugadores del Real Zaragoza hicieron llegar en metálico a los jugadores querellados del Levante antes del comienzo del partido, disputado el 21 de mayo de 2011, como retribución por la pactada victoria del Real Zaragoza”. La Fiscalía entiende que estos hechos constituyen el delito de fraude deportivo, tipificado en el artículo 286 bis del Código Penal español, que castiga “a los directivos, administradores, empleados o colaboradores de una entidad deportiva, cualquiera que sea la forma jurídica de esta, así como a los deportistas, árbitros o jueces, respecto de aquellas conductas que tengan por finalidad predeterminar o alterar de manera deliberada y fraudulenta el resultado de una prueba, encuentro o competición deportiva profesionales”.
Según los datos recopilados por las autoridades, los días 17 y 19 de mayo de 2011 el consejero del Real Zaragoza y director financiero del club Francisco Javier Porquera ordenó transferir de una cuenta del Real Zaragoza, radicada en Bankinter, las siguientes cantidades: Antonio Prieto (85 000 euros), Maurizio Lanzaro (90 000 euros), Ánder Herrera (90 000 euros), Toni Doblas (90 000), Paulo Da Silva (90 000), Braulio Nóbrega (90 000), Javier Aguirre (85 000), Leo Ponzio (85 000), Gabriel Fernández Gabi (85 000), Jorge López (90 000) y Carlos Diogo (85 000). Luego, el dinero fue sustraído de las cuentas y entregado a los jugadores del Levante, en la antesala del juego. Todos los implicados han negado su participación en el hecho.

“En el proceso legal en el que se encuentra involucrado el Real Zaragoza, equipo en el que he tenido el privilegio de jugar entre los 12 y los 22 años, mi nombre aparece entre las 41 personas mencionadas en el mismo. Ante este proceso, quiero dejar claro que yo nunca he tenido nada que ver ni tendré que ver con la manipulación del resultado en un partido de fútbol. Si llegara el caso, atenderé sin problemas cualquier solicitud de declarar ante la justicia pues tengo la conciencia muy tranquila. Amo el fútbol y creo en el juego limpio fuera y dentro de los terrenos de juego”, publicó en las redes sociales Ánder Herrera, actual jugador del Manchester United y compañero de Radamel Falcao García. Lo cierto es que la Fiscalía Anticorrupción española cree haber armado un caso muy sólido que, con condenas ejemplares, marque un hito en la historia del deporte español.

Con tal alboroto mediático, entonces, era imposible que el escándalo no traspasara las fronteras y, luego de cruzar países y océanos, sacudiera los cimientos del fútbol japonés. Técnico del equipo nipón desde el 24 de julio de 2014, en sustitución del italiano Alberto Zaccheroni, Aguirre fue cesado el pasado 3 de febrero. Kuniya Diani, presidente de la Asociación de Fútbol de Japón (JFA), fue el encargado de dar la noticia: “Lamentamos que esto tenga que acabar así. Pero tenemos que dar prioridad al equipo”, afirmó. “El principal objetivo de Japón es llegar al Mundial de Rusia-2018 y no queremos correr el riesgo de que esta situación afecte al equipo durante la fase de clasificación”, agregó. El DT azteca, por su parte, respondió comprensivo: “Ha sido un placer haber podido trabajar en Japón, y agradezco el apoyo de todos aficionados nipones. Deseo la mejor suerte para el equipo en el futuro”. A su mando, Japón llegó a cuartos de final de la reciente Copa de Asia, instancia en la que fue eliminada por Emiratos Árabes Unidos.
Aunque para muchos la decisión, más que una medida preventiva, tuvo carácter de condena anticipada, los directivos japoneses negaron tal circunstancia. “La decisión no es para nada un juicio sobre si tuvo algo que ver con el supuesto amaño del partido. Lo que tenemos que pensar es si esto podría influir sobre el equipo nacional. Apreciamos mucho las aptitudes de Aguirre como técnico”, aseguró Diani. “Queremos que el técnico Aguirre centre todos sus esfuerzos en limpiar su nombre”, expresó el directivo, que también se disculpó por cesar al mexicano. “Pido perdón a los miembros del equipo nacional, a los aficionados y a los patrocinadores. Les pedimos que entiendan esta decisión”, concluyó. La noticia, a pesar de lo inesperada, fue bien recibida en diferentes círculos sociales de Japón, donde el tema había subido de temperatura hasta límites insospechados.

“Medios deportivos muy importantes como Sponichi llevaban un mes haciendo campaña para que se fuera. El cargo de seleccionador es muy importante en Japón y la imagen debe ser siempre limpia. Se llegó a decir incluso que los patrocinadores principales (Kirin, Adidas, Sony) habrían pedido su marcha”, comentó Shimomura. “Los amaños están muy mal vistos en la sociedad japonesa. Solo con la posibilidad de poder terminar en los tribunales se señala a alguien. La eliminación del equipo en cuartos de final de la Copa de Asia también ayudó. Para mí, como para otros analistas e incluso jugadores internacionales, esta destitución es una profunda decepción”, complementó el periodista. De este lado del planeta, sin embargo, la destitución de Aguirre fue vista como algo injusto, inclusive arbitrario. Para entender la situación, por eso, hay que escudriñar en los pilares que soportan la cultura japonesa.

Basta una pequeña investigación en la red para comprobar, a través de artículos de expertos conocedores del país del Sol Naciente, el origen del ‘problema’. Desde tiempos ancestrales, la lealtad y el honor son los valores fundamentales de la cultura japonesa y el samurái era consciente de que cualquier falta que pudiera cometer, por pequeña que fuera, recaía sobre su patria. De ahí surgió, precisamente, aquel resarcimiento extremo que en Occidente conocimos a través de la televisión y el cine: siempre estaba dispuesto a arriesgar su vida, a ofrendarla, por defender los fueros de su propia dignidad o expiar sus culpas. Los autores resaltan que el Bushido, el código ético de la casta guerrera japonesa, llegó a convertirse en la única religión o norma de vida compartida por el Japón entero, desde los príncipes a los monjes y hombres del pueblo, sin distingo de clases ni linaje.
El escritor japonés Inazo Nitobe, que nació en el seno de un clan de samuráis, explicó que el sentido del honor, que implica una viva conciencia de la valía y la dignidad personales, constituye el súmmum de la existencia terrenal y que por esa característica los guerreros estaban dispuestos a sacrificar su vida. En consecuencia, el samurái es educado, sobre todo, en la importancia de sus deberes y en el sentido de la vergüenza. Mientras, el español Enrique Gómez Carrillo, uno de los que mejor estudió la cultura japonesa, enumeró “las cinco grandes virtudes” del hombre de armas nipón: lealtad, piedad filial, justicia, valor y honor. Estos valores son considerados por diversos autores como “la gran vía moral de la raza japonesa”. Una tradición que se ha transmitido fielmente de generación en generación y que aún hoy se conserva intacta.

Aunque inicialmente fue concebido como un código de honor y conducta exclusivo de los samuráis, el Bushido se transformó, a finales del siglo XIX, en un código de vida para todos los ciudadanos nipones. Así, entonces, se reconocen siete virtudes asociadas al Bushido: Gi, o rectitud (sé honrado; solo existe lo correcto y lo incorrecto); Yuu, o coraje (ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir; hay que actuar); Jin, o benevolencia (hay que tener compasión y ayudar al prójimo en cualquier oportunidad); Rei, o respeto (hay que ser cortés, incluso con el enemigo, porque sin respeto no somos mejores que los animales); Makoto, u honestidad, sinceridad absoluta (cuando se dice que algo se hará, es como si ya estuviera hecho; hablar y hacer son la misma acción); Meiyo, u honor (la virtud más importante; en caso de ser mancillado el honor, la única forma de restaurarlo es el Seppuku o suicidio ritual), y Chuu, o lealtad (hacer o decir algo significa que ese ‘algo’ le pertenece y hay que asumir las consecuencias).

Es probable que Javier Aguirre salga bien librado de las acusaciones formuladas por la Fiscalía Anticorrupción de España, que no se compruebe su participación en el soborno. Eso, sin embargo, es secundario para el japonés. Al haber sido señalado, el técnico mexicano ya era indigno, de la misma manera que si se le llega a declarar culpable. Y aunque le habían firmado el contrato más jugoso de la historia de la Selección Japón, prescindieron de sus servicios porque el escándalo puede salpicar y perjudicar la imagen del equipo. Nada tuvo que ver con lo deportivo, con algún resultado, con el estilo de juego; simple y llanamente una cuestión de honor, un ejemplo de rectitud y coherencia que en el mundo actual se antoja extremista o anticuado. “El deshonor es como la cicatriz de un árbol: el tiempo, en vez de borrarla, únicamente contribuye a agrandarla”. Una lección que, lamentablemente, es un oasis en ese desierto de corrupción y podredumbre que hoy es nuestro querido fútbol.