El cuadro de Juan Carlos Osorio venció 3-1 y sacó chapa de candidato frente a un rival que mereció mejor suerte. Venezuela también ganó: derrotó 1-0 a Jamaica, que pegó a placer.
Si bien falta mucho camino por recorrer, y con seguridad no será un tránsito fácil ni cómodo, la Copa América Centenario descubrió dos serios candidatos a la corona: México y Uruguay. Los aztecas se impusieron 3-1 a los charrúas en el mejor partido de lo que va corrido del torneo y mostraron fuertes argumentos que hasta ahora ninguno otro de los participantes pudo exhibir. Los suramericanos, a pesar de la derrota, se vieron en el mismo buen nivel de la eliminatoria al Mundial de Rusia-2018, cuya clasificación encabezan, y se sabe que cuando puedan contar con el goleador Luis Suárez serán un rival para temer.

Colombia ganó y dejó buenas sensaciones, pero el flojo nivel de Estados Unidos no da pie para medir el real potencial de los dirigidos por José Néstor Pékerman. Brasil sorprendió con una vocación ofensiva que nunca se había visto bajo el mando del picapiedrero Dunga, pero no pudo anotar. Ecuador, su contendor, estuvo más ocupado en repeler el chaparrón, pero igual se atrevió y bien pudo sorprender a los pentacampeones orbitales. Perú, otro ganador, sufrió demasiado frente a un debutante Haití y no disipó las dudas, algo parecido a lo que puede decirse de Venezuela, verdugo de Jamaica. En cambio, México y Uruguay se florearon con buen fútbol y una variedad de argumentos que los pusieron un escalón arriba del resto.
CA-100: Perú enredó el grupo B
El debut del elenco manito había generado una gran expectativa por varias razones: hoy por hoy, es la selección nacional con mejor racha, de 19 partidos sin perder; los últimos 9, los que disputó desde la llegada del técnico colombiano Juan Carlos Osorio, significaron sendos triunfos, un periplo en el que convirtió 18 goles y solo encajó uno, precisamente el cabezazo de Diego Godín. Además, los éxitos previos no tenían pleno reconocimiento, por la categoría de los rivales, pero Uruguay sí representaba un reto mayúsculo, que fue superado con buena nota. Y, para rematar, no son pocos los que piensan que el verdadero local de esta Copa América Centenario es México, no Estados Unidos, por la inmensa colonia de ese país que vive en la tierra del Tío Sam o que está en capacidad de cruzar la frontera para alentar a su Selección.

Lo que se vio fue positivo: un equipo rápido, con transiciones precisas, con una idea futbolística muy clara. Explotó los costados de la zaga uruguaya y le creó muchos problemas con los desbordes de laterales y volantes. Con esa fórmula fue que llegaron los goles, que desnudaron inesperadamente unas carencias de Uruguay en el fútbol aéreo, una de sus tradicionales fortalezas. La tempranera apertura del marcador, con autogol de Álvaro Pereira, complicó los planes de los dirigidos por el Maestro Óscar Washington Tabárez, que demoraron mucho en acomodarse al partido que le propuso su rival. México jugó a placer, recostado en su terreno y punzante en ataque, con frecuentes cambios de frente que complicaron la tarea de los charrúas, que por momentos se vieron superados y sin reacción.
Para rematar, la expulsión de Matías Vecino en el epílogo del primero tiempo, por doble amonestación, le restó posibilidades. En el período complementario, sin embargo, Uruguay sacó a relucir su tradicional garra y niveló las cargas. Alejó a México de su área y comenzó a inquietarlo, aunque sin mucha profundidad. Su mejor momento fue al filo de la media hora del complemento: primero, por la expulsión de Andrés Guardado, uno de los mejores de México, y luego por el gol del empate conseguido por Godín, con preciso cabezazo. Dio la impresión de que como un caballo pura sangre en la recta final Uruguay iba a pasar de largo, pero no fue así. Por el contrario, en los últimos diez minutos cometió errores defensivos que fueron capitalizados por los manitos, que se quedaron con la victoria.

Quizás producto del cansancio por el desgaste, quizás porque no se conformaba con el empate, Uruguay dejó espacios y México fue letal. Primero Rafael Márquez concluyó con acierto una buena jugada colectiva y luego Héctor Herrera, el mismo que había abierto la cuenta, la cerró tras una serie de yerros defensivos de los charrúas. La victoria fue justa, aunque la diferencia de dos goles se antoja excesiva. México fue pura contundencia, aunque también mostró altibajos en su nivel y permitió que Uruguay lo complicara con un jugador menos. Más allá del resultado, aztecas y charrúas dejaron una buena impresión, nos brindaron un juego alegre y pusieron la vara alta para sus rivales. En la próxima salida, México se medirá a Jamaica, mientras que Uruguay enfrentará a Venezuela.
Dudamel debutó con una alegría con Venezuela
Por segunda edición consecutiva, Venezuela se estrenó en la Copa América Centenario con un triunfo. El año pasado había derrotado 1-0 a Colombia en Rancagua, con anotación de Salomón Rondón, y esta vez repitió el marcador frente a una dura Jamaica, con anotación conseguida por Josef Martínez. Aquella vez, sin embargo, el triunfo no bastó y quedó eliminado en primera fase tras caer con Perú (0-1) y Brasil (1-2). Ahora, tendrá que mejorar mucho su rendimiento para no repetir la historia, porque sus próximos rivales son Uruguay y México.

En el primer partido oficial bajo el mando de Rafael Dudamel, que actuó en tres ediciones de la Copa América en la década de los 90, Venezuela asumió un rol protagónico. Desde que el árbitro Víctor Carrillo puso en marcha las acciones, los patriotas salieron a buscar la victoria y fruto de ello a los 15 minutos Martínez abrió la cuenta en una jugada en la que Luis Manuel Seijas aprovechó una mala salida de la zaga jamaiquina. Parecía que la balanza se inclinaba para el lado de los venezolanos, pero en verdad fue cuando empezaron los problemas. Jamaica, que había empezado con una intención claramente defensiva, apretó las tuercas y se esforzó por evitar que la diferencia se aumentara. Y para ello hizo uso de una amplia variedad de argumentos, algunos de ellos al límite del reglamento.
Porque los pupilos del alemán Winfried Schaefer, que dirigió a Camerún en la primera mitad de la década pasada, no escatimaron esfuerzos y con la complacencia del árbitro Carrillo abusaron de su corpulencia física y de su potencia. Pegaron, y duro, y llevaron el partido a un punto de fricción del que Venezuela no pudo escapar. La discutible estrategia, que obviamente trata de ocultar la falta de talento, resultó muy efectiva. Neutralizados los ímpetus de los suramericanos, Jamaica se animó a atacar por ráfagas y hasta pudo conquistar el empate, pero no tuvo acierto en la definición. Fue la cuarta derrota de los caribeños en igual número de presentaciones en la Copa América, pues el año pasado habían sido vencidos por Uruguay, Paraguay y Argentina. Curiosamente, todas las derrotas fueron por idéntico marcador: 1-0.
