En su mejor producción del torneo, Chile venció 4-2 a Panamá y se medirá a México, en cuartos de final. Argentina goleó 3-0 a Bolivia y fue el único que terminó la fase de grupos con récord perfecto.
Algunos ya le tenían listo el ataúd y otros, el corrillo de despedida en el aeropuerto de Santiago. Sin embargo, En la mejor presentación de lo que va corrido de la Copa América Centenario, Chile, campeón defensor, le dio un claro y contundente respaldo a su técnico Juan Antonio Pizzi: venció 4-2 a Panamá y tuvo ratos de buen juego y destellos del gran equipo que, el año pasado, levantó el trofeo continental por primera vez en la historia. Ahora, como segundo del grupo D, el elenco del hispano-argentino se medirá a México el próximo sábado, en Santa Clara (California), en el cierre de los cuartos de final.

Tras los descabezamientos de Dunga, en Brasil, y Ramón Ángel Díaz, en Paraguay, Pizzi era otro técnico que se encontraba en capilla (al igual que el boliviano Julio César Baldivieso, cuya salida se da por descontada). Una prematura eliminación, a costa de un debutante sin tradición como Panamá, no podría tener un desenlace distinto a la salida del DT. Sin embargo, Chile recuperó la memoria futbolística y se despojó de los problemas que tantas dudas despertaron en los duelos contra Argentina (0-2) y Bolivia (2-1). Lo mejor fue que volvió a exhibir el potencial ofensivo que un año atrás le permitió deleitar a sus hinchas y que en el arranque de las eliminatorias al Mundial de Rusia-2018 lo hizo un rival temible.
CA-100: Venezuela le puso el cascabel al gato mexicano
Alexis Sánchez, el niño maravilla del fútbol austral, fue la pieza clave en la victoria lograda en el césped del Lincoln Financial Field de Filadelfia. A diferencia de ocasiones anteriores, en las que procuró ser el único protagonista, esta vez puso al servicio del equipo toda su capacidad de desequilibrio y se convirtió en una pesadilla sin fin para la zaga boliviana. Convirtió dos tantos, pero eso fue algo accesorio, porque lo principal fue que actuó como genial surtidor de juego para sus compañeros, una labor poco habitual para él. Compartió honores con el delantero Eduardo Vargas, que también marcó doblete, este insólito: fueron sendos cabezazos, algo extraño para él, que no es demasiado alto. No obstante, supo aprovechar las generosas concesiones de la zaga panameña y con buena ubicación y oportunismo también fue decisivo.

Está claro que Panamá, uno de los dos debutantes en esta Copa América Centenario, no es el termómetro ideal para medir el actual potencial del campeón continental. Sin embargo, sería injusto desconocer la mejoría del juego de los australes y, sobre todo, su mejor actitud. Porque esta noche, por fin, se dedicaron a hacer lo que mejor saben: jugar al fútbol. En partidos anteriores, de la misma manera que había ocurrido durante la eliminatoria, estuvieron más prestos a las provocaciones, a los tumultos, a protestar las decisiones arbitrales, en fin. Ahora, en cambio, volvieron a centrarse en el juego, se olvidaron de los protagonismos individuales y fueron otra vez un colectivo que potenció sus virtudes, que no son pocas. Por ahora, el técnico Pizzi respira tranquilo, porque poco a poco su mano se nota en el equipo y las sonrisas aparecen de nuevo en los rostros de los aficionados.
Hay que convenir, así mismo, que el resultado es mentiroso: hubo más de dos goles de diferencia en el juego de chilenos y panameños, solo que sendos errores del arquero Claudio Bravo, uno de los héroes de la consagración del año pasado, maquillaron el abismo. Ese bajo nivel del número uno debe ser, sin duda, la principal preocupación de Pizzi en estos momentos, porque el portero está muy lejos de ser el seguro guardián del arco del FC Barcelona. Y no fue cuestión de una mala noche, porque las mismas dudas se habían visto frente a Argentina y también contra Bolivia. Preocupa, además, porque el poder ofensivo no es propiamente la mayor virtud del elenco dirigido por el colombiano Hernán Darío ‘Bolillo’ Gómez, que había vencido 2-1 a Bolivia y caído 0-5 con Argentina.

Chile viene de menos a más, retomando el ritmo que bajo la conducción del argentino Jorge Sampaoli lo convirtió en uno de los cuadros sensación del planeta fútbol en 2015. Ya cumplió la premisa básica de inscribir su nombre en los cuartos de final, pero ahora viene el examen verdadero: se medirá a México, un equipo que, con características diferentes, tiene un estilo parecido en el sentido de su vocación ofensiva. Los manitos, en cambio, han involucionado a medida que transcurren las jornadas: empezaron con un 3-1 sobre Uruguay que desató un huracán de elogios, luego pasaron trabajos para superar 2-0 a la limitada Jamaica y cerraron la primera fase con un deslucido 1-1 contra Venezuela, que los tuvo contra las cuerdas. Y, por supuesto, en su mejor nivel, Chile es mucho más de lo que fueron uruguayos, jamaiquinos y venezolanos, así que se espera un partido atractivo.

Panamá, en cambio, terminó su aventura y podrá regresar a casa con la frente en alto. Nadie esperaba que los canaleros avanzaran a los cuartos de final compartiendo un grupo con los finalistas del año pasado. Es más: muchos pronosticaban abultadas goleadas en cada una de sus salidas, y solo Argentina, producto de la magia de Lio Messi, el mejor jugador del mundo, les marcó claras diferencias. Además, los de Bolillo Gómez se dieron un lujo que no es menor: debutaron con triunfo. Si bien Bolivia es hoy por hoy la cenicienta de Suramérica, eso no le resta valor a la victoria conquistada el pasado 6 de junio. Y en el plano futbolístico es justo reconocer que Panamá mostró avances en el trabajo táctico y, sobre todo, en el manejo del balón. El DT antioqueño tendrá que esforzarse, eso sí, para corregir los gruesos fallos defensivos, el talón de Aquiles en este torneo.
Argentina, único con rendimiento perfecto
Lo que no consiguieron Estados Unidos, en el grupo A; Perú, en el B, ni México, en el C, sí lo obtuvo Argentina en el D: campaña perfecta de tres triunfos en tres salidas en la primera fase de la Copa América Centenario. Tras las victorias 2-0 sobre Chile y 5-0 contra Panamá, el equipo de Gerardo ‘Tata’ Martino derrotó 3-0 a Bolivia. Así, acabó con producción perfecta: 9 puntos, la mejor delantera (10 goles anotados) y la única defensa sin anotaciones en contra. Sin embargo, la Albiceleste sabe que justo ahora, cuando se medirá a Venezuela en los cuartos de final, es que comienza lo realmente duro.

El partido disputado en el CenturyLink Field de Seattle (Washington) fue un mero trámite para Argentina, que con buenas cifras respalda la ilusión de volver a levantar un trofeo que le resulta esquivo desde hace 23 años (la última vez que lo ganó fue en 1993, en Ecuador). En menos de un cuarto de hora, en una ráfaga de 180 segundos, la Albiceleste liquidó el duelo: a los 12 minutos, Érik Lamela abrió la cuenta con un tiro libre que golpeó en la barrera y descolocó al arquero Carlos Lampe; luego, a los 14, fue Ezequiel Lavezzi el que aprovechó un rebote dentro del área chica para aumentar la cuenta. Bolivia nunca reaccionó, jamás inquietó a Sergio Romero y solo se preocupó por evitar un marcador de escándalo que hiciera sonrojar de pena a sus hinchas.
El 3-0, a los 29 minutos, fue obra del debutante Víctor Cuesta, un zaguero que apareció como centrodelantero y remató en las barbas de Lampe. Y aunque en el segundo período no se registraron más goles, sí se observó un mejor espectáculo gracias al ingreso de Lio Messi. El astro sustituyó a Gonzalo Higuaín y le aportó su habitual dosis de magia a un partido que iba camino de aburrir a los aficionados, dada la superioridad de Argentina. Sin esforzarse demasiado, el rosarino calentó las gargantas de los hinchas y lanzó un tiro libre que por muy poco no se convirtió en su gol 54 con la camiseta albiceleste, justamente la marca histórica que todavía ostenta el bombardero Gabriel Omar Batistuta. Con el paso de los minutos, empero, Argentina se conformó y Bolivia se alivió, y sellaron el negocio con el 3-0 en la pizarra.

A pesar del optimismo de sus aficionados y de las buenas cifras que arrojó su producción en la fase de grupos, Argentina sabe que nada de eso servirá si no regresa a casa con el trofeo en su poder. Si bien el nivel futbolístico mejoró en relación con lo observado en la pasada copa América y en el arranque de las eliminatorias al Mundial de Rusia-2018, dista todavía del esperado por sus hinchas. Lo positivo es que sufrió menos en defensa, aunque es justo reconocer que los rivales que enfrentó no se caracterizan propiamente por su poder ofensivo. Lo mejor para Martino y sus jugadores es que Messi ya está recuperado de sus dolencias físicas y que tuvo posibilidad de tomar ritmo sin estrés; ahora, en las fases decisivas, todos aquellos con corazón albiceleste esperan que, como debe ser, el número uno del mundo marque las diferencias que le permitan a Argentina gritar campeón.